LA ÚNICA GLORIA ES LA CRUZ: EN EL GOZO Y EN LA
PERSECUCIÓN
Cualquier acción de Cristo es motivo de gloria para la
Iglesia universal; pero el máximo motivo
de gloria es la cruz.
Así lo
expresa con acierto Pablo, que tan bien sabía de ello:
En cuanto a
mí, líbreme Dios de gloriarme si no es en la cruz de Cristo.
Fue ciertamente digno de admiración el hecho de que el
ciego de nacimiento recobrara la vista en Siloé; pero, ¿en qué benefició
esto a todos los ciegos del mundo?
Fue algo grande y preternatural la resurrección de
Lázaro, cuatro días después de muerto;
pero este beneficio le afectó a él únicamente, pues, ¿en
qué benefició a los que en todo el mundo estaban muertos por el pecado?
Fue cosa admirable el que cinco panes, como una fuente
inextinguible, bastaran para alimentar a cinco mil hombres; pero, ¿en qué benefició
a los que en todo el mundo se hallaban atormentados por el hambre de la
ignorancia?
Fue maravilloso el hecho de que fuera liberada aquella
mujer a la que el maligno tenía ligada por la enfermedad desde hacía dieciocho
años; pero, ¿de qué nos sirvió a nosotros, que estábamos ligados por las
cadenas de nuestros pecados?
En cambio, el triunfo de la cruz iluminó a todos los que
padecían la ceguera del pecado, nos liberó a todos de las ataduras del pecado, redimió a todos
los hombres.
Por consiguiente, no hemos de avergonzarnos de la cruz
del Salvador, sino más bien gloriarnos de ella.
Porque el mensaje de la cruz es
escándalo para los judíos, necedad para los griegos, mas para nosotros es salvación. Para los que están en
vías de perdición es necedad, mas para nosotros, que estamos en vías de
salvación, es fuerza de Dios.
Porque el que moría por nosotros no era un hombre cualquiera,
sino el Hijo de
Dios, Dios hecho
hombre.
En otro tiempo, aquel cordero sacrificado por orden de Moisés alejaba
al exterminador;
con mucha más razón el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo nos librará del pecado.
Si la sangre de una oveja irracional fue signo de
salvación, ¿cuánto más salvadora no será la Sangre del Unigénito?
Él no perdió la vida coaccionado ni fue muerto a la
fuerza, sino voluntariamente.
Oye lo que dice:
Soy libre para dar mi vida y libre
para volverla a tomar.
Fue, pues, a la pasión por su libre determinación,
contento con la gran obra que iba a realizar,
consciente del triunfo que iba a
obtener, gozoso por la salvación de los hombres;
al no rechazar la cruz, daba la salvación al mundo. El que sufría no era un hombre vil, sino el Dios humanado,
que luchaba por el premio de su
obediencia.
Por lo tanto,
que la cruz sea tu gozo no sólo en tiempo de paz;
también en
tiempo de persecución has de tener la misma confianza,
de lo
contrario, serías amigo de Jesús en tiempo de paz y enemigo suyo en tiempo de
guerra.
Ahora recibes
el perdón de tus pecados y las gracias que te otorga la munificencia de tu rey;
cuando
sobrevenga la lucha, pelea denodadamente por tu rey.
Jesús, que en nada había pecado, fue crucificado por
ti; y tú,
¿no te crucificarías por Él,que fue clavado en la cruz por amor a ti?
No eres tú quien le haces un favor a Él, ya que tú has
recibido primero;
lo que haces es devolverle el favor, saldando la deuda que tienes con aquel que por ti
fue crucificado en el Gólgota.
De las Catequesis de San Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 13, 1. 3. 6. 23: PG 33, 771-774. 779. 799. 802)