EN LA
CRUZ HALLAMOS EL EJEMPLO DE TODAS LAS VIRTUDES
¿Era necesario que el Hijo de Dios padeciera por
nosotros?
Lo era, ciertamente, y por dos razones fáciles de deducir:
la una,
para remediar nuestros pecados;
la otra, para darnos ejemplo de cómo hemos de
obrar.
Para remediar nuestros pecados, en efecto, porque en
la pasión de Cristo encontramos el remedio contra todos los males que nos
sobrevienen a causa del pecado.
En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes.
Si buscas un ejemplo de amor: Nadie
tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.
Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Y por esto, si Él entregó su vida por
nosotros,
no debemos considerar gravoso cualquier mal que tengamos
que sufrir por Él.
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al crucificado:
Él, que era dios, quiso ser juzgado bajo el poder de Poncio Pilato y morir.
Si buscas un ejemplo de obediencia, imita a aquel que
se hizo obediente al Padre hasta la muerte:
Como por la
desobediencia de un solo hombre −es decir, de Adán− todos los demás quedaron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos quedaron
constituidos justos.
Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas
terrenales, imita a aquel que siendo Rey, y en el cual están escondidos todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia, se deja colgar desnudo en la cruz, burlado, escupido,
flagelado, coronado de espinas, a quien, finalmente, dieron a beber hiel y
vinagre.
No te aficiones a los vestidos y riquezas, ya que se
reparten mi ropa; ni a los honores,
ya que Él experimentó las burlas y azotes; ni a las dignidades, ya que, entretejiendo
una corona de espinas, la pusieron
sobre mi cabeza; ni a los placeres, ya que para mi sed me dieron vinagre.
De las Conferencias de Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia
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